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El equipo de producción del G8 había denegado acreditaciones a todos los periodistas con antecedentes de activismo. Se hizo sitio en las cárceles para unas seiscientas personas. Se trajo a ciento ochenta especialistas en seguridad para que vigilaran las telecomunicaciones. La prensa publicó que incluso se habían pedido ataúdes y bolsas para cadáveres. Advirtió que los manifestantes eran violentos, especialmente un grupo llamado Black Block que en Seattle ya había atacado los escaparates de GAP, Starbucks, Old Navy y franquicias similares. Iban vestidos de negro para reconocerse entre ellos y se cubrían con pasamontañas para no ser identificarse. Llevaban hierros, botellas y piedras.

El enemigo conoce el sistema / The Enemy Understands the System de 

La cumbre del G8 de julio de 2001 reunía en Génova a los presidentes más poderosos del mundo: Tony Blair, Vladímir Putin, Gerhard Schröder, Silvio Berlusconi, Jacques Chirac y el canadiense Jean Chrétien. Para George W. Bush y su homólogo japonés, Junichiro Koizumi, era su primera cumbre. El movimiento se había organizado para mostrar el rechazo a las políticas neoliberales, como habían hecho en otras cumbres. Pero el ambiente fue muy distinto, también las consecuencias. Para empezar, fue mucho más grande. La contracumbre de Seattle no había llegado a reunir más de cincuenta mil personas, pero Génova convocó a más de doscientas mil. También hubo mucha más policía, con el claro propósito de acabar con la insurrección. Las cargas de los Carabinieri sobre la masa de manifestantes hicieron que los policías de Seattle parecieran monitores de un campamento de Boy Scouts.

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